Es innegable que en
el último siglo han mejorado las condiciones de vida de
la humanidad gracias al descubrimiento de numerosos
medicamentos, como los antibióticos, los corticoides o
los anestésicos. Aunque el desarrollo de un fármaco es
un proceso largo y muy costoso, a nadie se le escapa que
se invierte más del doble en su promoción comercial
posterior que en su descubrimiento e investigación.
Consecuentemente, lo que parecía guiar la autorización
de los medicamentos
—la
medicina basada en la evidencia—
ha quedado anticuado en favor de una nueva tendencia,
la medicina
basada en el marketing,
de modo que el éxito de ventas de los nuevos productos
depende casi enteramente de una intensa labor de
promoción.
La presencia de los comerciales de las empresas
farmacéuticas a las puertas de hospitales y centros de
salud es una imagen cotidiana. Congresos, actos
formativos, viajes, regalos, relaciones personales…
¿Cómo influyen en el trabajo de los profesionales de la
salud? En un estudio americano se refleja que el
61% de los médicos considera nula la influencia de la
industria en su práctica clínica;
pero, al ser preguntados acerca de la influencia sobre
otros médicos de su entorno, curiosamente esta cifra se
reduce al 10%.
Ello contribuye a que, a menudo, los perfiles de
prescripción sean manifiestamente mejorables.
Necesitamos una comunidad médica y farmacéutica con
capacidad de
análisis crítico y con interés en contrastar la
veracidad de la información promocional de
la industria, que a menudo proporciona
una visión distorsionada de los resultados de la
investigación científica y camufla los efectos
indeseables. Las administraciones públicas hacen
tímidos intentos para contrarrestar esa fuente de
información sesgada y no objetiva, por ejemplo con
la publicación de boletines farmacoterapéuticos como
El Comprimido.
No obstante,
estas iniciativas son claramente insuficientes y
deben completarse con un apoyo decidido a la
formación continuada de los profesionales sanitarios
en farmacoterapia y con la elaboración de
recomendaciones basadas en la evidencia. Sólo así
podremos tener la seguridad de estar trabajando con
información fiable y de calidad.
Comité Editorial
Agradecemos a Beatriz Calderón Hernanz la redacción del
editorial.
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